El origen de los pueblos celtas se remonta hasta el siglo V a.C. A lo largo de varios siglos, ellos alcanzaron a poblar Europa Oriental, Europa Occidental e incluso ciertas partes de Asia Menor. En las costumbres y tradiciones de estas personas se encuentran los antecedentes más antiguos de Halloween que conocemos en la actualidad.
Los celtas creían en la inmortalidad del alma y también creían que las almas de los difuntos volvían a sus hogares el 31 de octubre para pedir comida. Precisamente, esa fecha coincidía con el Año Nuevo, el inicio de una nueva vida. Todo esto se acostumbraba a celebrar en el Samhain, la fiesta más importante de Europa durante este periodo.
Cuando los celtas adoptaron el cristianismo, no todos renunciaron a las antiguas tradiciones. Es por ello que esta fiesta continuó celebrándose y las personas continuaban atemorizadas durante ese día por la aparición de los difuntos y por las supersticiones. Precisamente, esta fiesta coincidía con la festividad de Todos los Santos, así como con el Día de los Difuntos. La influencia de estas fiestas se evidencia hasta en el nombre que adoptó la antigua festividad celta, “All hallow's eve”, que quiere decir “víspera de Todos los Santos.”
A mediados del siglo XIX, durante el periodo de hambruna que afectó a los irlandeses, los migrantes se encargaron de llevar esta fiesta a los Estados Unidos. Allí la fiesta continuó evolucionando y adquirió muchos de los emblemas que conocemos hoy en día, como las imágenes de brujas, fantasmas, etc.
Fue durante las últimas décadas del siglo XX que la influencia de la cultura estadounidense hizo que esta fiesta llegue a muchos otros países. Las películas estadounidenses, por ejemplo, se encargaron de llevar Halloween y las costumbres de este país a prácticamente todo el mundo.
